Tras la expedición de primavera por tierras laponas, el verano decidimos pasarlo por España y volver a disfrutar de una ruta de bici y alforjas de varias semanas. El plan, recorrer el Pirineo navarro y oscense bajando un par de veces a Francia (y, lógicamente, teniendo que volver a subir) y pasando por la provincia de Zaragoza para volver a visitar una de las cinco villas.
Así pues, hicimos un par de alforjas básicas y una pequeña mochila, y nos lanzamos un viernes a la salida del trabajo rumbo a Puente de la Reina, donde dejaríamos el coche para rodar rápido antes de que llegara el ocaso hasta Pamplona.
Día 1: Puente de la Reina – Pamplona.
Poco que contar de este día, pues no fue más que una mera aproximación en coche a tierras navarras tras salir del trabajo, con el tiempo justo para rodar unos pocos kilómetros (no más de 27 km) y llegar a destino. Eso sí, en esta etapa nos sorprendió uno de los vendavales de boca más fuertes que hemos conocido, y que hicieron la subida al alto del Perdón, con rampas del 8%, un buen calentamiento de piernas. Algo más de 450 metros de desnivel salieron este día.
Tras una reconfortante ducha, salimos a cenar y a disfrutar del ambiente de la calle San Nicolás.
Día 2: Pamplona – Saint Jean Pied de Port. 79 km, 900 m.
Temprano en la mañana cargamos las bicis y pusimos rumbo norte camino de Quinto Real y el precioso puerto de Urkiaga. Esta sería nuestra primera incursión por tierras francesas cruzando el Pirineo navarro, esquivando el tráfico de la carretera nacional de Roncesvalles e iniciando el primer descenso a Francia hacia el espectacular Saint Jean Pied de Port.
Y qué decir de San Juan… Uno de los pueblos más bonitos del Pirineo francés. Perderse por sus callejuelas y subir al castillo es algo que te transporta a otra época.
Día 3: Saint Jean Pied de Port – Ochagavia. 64 km, 1.625 m, a través del espectacular alto de Azpegi y la fábrica de armas de Orbaizeta.
Primera etapa dura de viaje, encarando el espectacular puerto de Azpegi donde acumular 900 metros en poco más de 10 kilómetros, con 4 kilómetros continuados por encima del 9% de pendiente y rampas del 11-12%. Todo un duro comienzo de etapa tirando de alforjas y mochila.
(https://www.altimetrias.net/aspbk/verPerfilusu.asp?id=252)
Tras unos kilómetros suaves hasta Estérençuby inmersos en el fresco de la mañana, con sus primeras luces nos metimos en el hayedo y comenzamos la subida.
Duras rampas para ir tirando de alforjas y mochila, sin duda. Esos 4 kilómetros por encima del 9% nos hicieron sufrir y disfrutar de lo lindo. Pero el entorno, mágico, y la carretera, más una pista asfaltada que otra cosa, le dan un toque especial a la subida.
Salimos del hayedo y encaramos los últimos kilómetros finales hasta el refugio de Azpegi. Aquí la pendiente da un leve descanso para afrontar el último kilómetro donde saberte ya en lo alto del puerto.
Una vez arriba, disfrutamos del paisaje y los animales que campan a sus anchas por estos parajes. Pero no podemos detenernos mucho tiempo; hay que abrigarse y comenzar el descenso por Orbaizeta, pues antes de poner rumbo a Ochagavía tocará subir otro puerto, acumular más desnivel. Y es que antes de volcar hacia el valle de Salazar, tendremos que subir al alto de Jaurrieta, desde donde contemplar una magnífica panorámica del sector de Pirineos Occidentales.
Ahora sí, disfrutamos del descenso hasta Ochagavía donde reponer fuerzas y descansar.
Y qué placer caminar por las calles y placitas de este precioso pueblo, a orillas del río Anduña justo antes de desembocar en el Salazar. Muy especial Ochagavía, pasen los años que pasen.
Día 4: Ochagavía – Hecho. 64 km, 1.215 m.
Hoy iniciamos nuestro camino a través de una bonita ruta a orillas del río Anduña, entre puentes románicos y bosques espectaculares. Cruzando los puertos de Laza y Argibiela, nos despedimos de Navarra y entramos en Huesca por el sector de Valles Occidentales.
Y qué espectacular el descenso a través de estos enormes valles y colosos calizos. El cambio de paisaje se hace notar.
Tras el alucinante descenso, llegamos a Ansó, nuestro destino para las próximas dos noches. El calor comienza a apretar mucho, y agradecemos poder bajarnos de las bicis y reponer fuerzas.
Día 5: Día de descanso por la Selva de Oza.
Es verano, y estamos en los Pirineos. Para evitar cargar con tienda y demás, y hacer inviables (para nosotros) algunas de estas rutas en bici de carretera, cada destino estaba reservado de antemano en hostales baratos. Aun así, algunos de ellos nos obligaron a reservar un mínimo de dos noches, como nos pasara en Hecho. Por tanto, tocaba hoy un día de descanso para disfrutar de la Selva de Oza y sus alrededores. Y lo que parecía ser un día tranquilo, se convirtió en una ruta de poco más de 33 kilómetros, pero acumulando 580 metros de desnivel. Eso sí, y sin lugar a dudas, uno de los días más bonitos de la ruta, a la sombra el Castillo de Acher y los espectaculares bosques y gargantas del Pirineo, pasando antes por el Monasterio de San Pedro de Siresa.
Ya por la tarde, de vuelta a Hecho después de comer en un entorno inmejorable, paramos a darnos un estupendo baño en las cristalinas y gélidas aguas del río Aragón Subordán. Todo un broche de oro a una jornada estupenda.
Día 6: Hecho – Biescas – Gavín. 82 km, 1.290 m.
Este día ponemos rumbo al sector de Pirineos Centrales, a través de un tridente de puertos espectaculares, y de mucha pendiente. El primero, además, con un firme totalmente destrozado, invitaba a subir algunas partes a pie. Antes de alcanzar Castiello de Jaca, tocaría ascender el Alto Puyarrón, el Collado de Array y el Puerto de Borau, con algunas rampas del 14%.
Superados los tres puertos, tocaría un vertiginoso descenso camino de Castiello de Jaca y kilómetros de nacional hasta Biescas, donde comimos y pasamos la tarde. Poco descanso, eso sí, pues aún nos quedaría subir a Gavín donde finalmente pasaríamos la noche.
Día 7: Gavín – Aínsa. 79 km, 1.460 m.
Preciosa y dura ruta uniendo Gavín con Aínsa por Broto, Fanlo y Buerba, ascendiendo tres puertos pirenaicos y contemplando desde el tercero el espectacular cañón de Añisclo descender abruptamente desde el sector de Ordesa. Si bien este último valle tiene un marcado origen glaciar, el de Añisco, con un pequeño circo en su cabecera, cae posteriormente en impresionantes barrancos y cascadas fruto de la erosión kárstica del río Bellós. Las Tres Sorores, con el Monte Perdido (3.355 m) presidiendo entre el Cilindro de Marboré y el Soum de Ramond, nos contemplan desde la lejanía. Todo un regalo para la vista, sin duda.
Tras la parada obligatoria en su mirador, iniciamos el descenso ya con mucho calor hasta la bonita Aínsa, donde reponer fuerzas y disfrutar de este precioso pueblo. Y de paso, comprar una cámara tras haber sufrido un pinchazo a poco menos de veinte kilómetros de destino.
Día 8: Día de descanso por Aínsa.
Como ya nos pasara en Hecho, aquí también nos obligaron a reservar un mínimo de dos noches, por lo que hoy tocó un día de descanso pedaleando sin prisa por los alrededores. Y ya que estábamos por la zona, aprovechamos la ocasión para darnos un estupendo baño en las pozas del río Bellós.
Dada la calima de aquellos días, no se aprecian mucho, pero las Tres Sorores nos vigilan desde la distancia, mostrando el Cilindro un buen nevero en pleno agosto.
Día 9: Aínsa – Jaca. 88 km, 1.430 m.
Desde Aínsa, punto más oriental de nuestro recorrido, toca empezar la vuelta hacia poniente, acercándonos al coche, aunque aún quedaban muchas jornadas y alguna que otra sorpresa que disfrutar.
Este día, pusimos rumbo a Jaca a través del Puerto del Sorrablo, atravesando el Parque Natural de Guara y ascendiendo finalmente el puerto de Navasa de vuelta a Jacetanía.
Un placer, como siempre, disfrutar del atardecer en los alrededores de la ciudadela de Jaca, junto a los rebaños de ciervos que pastan en su foso.
Día 10: Jaca – Sos del Rey Católico. 78 km, 1.125 m.
Cómo aprieta el calor por estas fechas y lugares cuando te alejas un poco de la montaña… Y hoy, en nuestro afán por recorrer kilómetros rumbo oeste, nos mantuvimos en pie de monte dispuestos a visitar una de las cinco villas; la espectacular Sos del Rey Católico. Y lo haríamos por carreteras muy secundarias, pasando por Bagües y Pintano, y subiendo el alto de Montecielo antes de llegar a los pies de la villa.
Un lujo dejar correr el tiempo y la tarde disfrutando de este maravilloso enclave. Sin duda, un lugar que te transporta a otra época.
Día 11: Sos del Rey Católico – Isaba. 77 km, 865 m.
Estando ya relativamente cerca de Navarra, decidimos poner rumbo norte para adentrarnos de nuevo en tierras francesas. Antes, sin embargo, haríamos una parada en la bonita Isaba, pasando de camino por el espectacular castillo de Javier y el embalse de Yesa.
Día 12: Isaba – Arette. 60 km, 1.050 m.
Iniciamos este día ascendiendo suavemente junto a las orillas del río Belagua, atravesado por pequeños puentes románicos. Poco después vendría el segundo pinchazo de la ruta, que arreglar todo lo rápido que pudimos y asumir el ascenso y descenso del puerto de Larra-Belagua (Piedra San Martín) con la poca presión que pudimos meterle a la cámara con la bomba de mano (no creo ni que llegara a 4 kg). Sabemos que comeremos en un pequeño pueblo francés, y allí los horarios no son como los nuestros.
Tras el incidente, nos dirigimos a las exigentes rampas del puerto, atravesando en su parte alta los raros bosques de pino negro (Pinus uncinata) ubicados en las altas cotas del Pirineo, donde el hayedo queda ya relegado dadas las duras condiciones ambientales.
Culminado ya el puerto, iniciamos el vertiginoso descenso hasta Arette, a través de pendientes fortísimas que me hicieron pensar acerca de la ruta del día siguiente.
Descenso no exento de peligros...
Y qué terrible calor en Arette, aunque siempre con una sonrisa a pesar de lo poco que había que hacer por allí.
Día 13: Arette – Ochagavía, por el col de Larrau.
Y como dijera antes, las enromes pendientes de descenso del día anterior me dieron qué pensar, pues hoy tocaría volver a España por un valle anexo. ¿Y qué ocurre cuando uno hace las rutas con prisa y sin más información que Google Maps? Pues que a veces te metes en caminos de grava con bicis de carretera, y otras veces, acabas en el temible Col de Larrau, unos de los puertos más duros del Pirineo. Y esto último fue precisamente lo que nos pasó.
Ya desde la noche anterior estuvimos dándole vueltas a la cabeza, valorando distintas opciones, aunque la única clara era salir cuanto antes y, llegado el caso, arrastrar bicicletas.
(https://www.altimetrias.net/aspbk/verPuertoF.asp?id=2)
Un puerto tan duro, que exige más de siete kilómetros a más del 10% de pendiente media, con rampas del 14 y 16%, arrastrando además alforjas y mochila de ataque, quedaba fuera de nuestro esquema. No en vano, es evitado casi siempre por la Vuelta Ciclista a España y el Tour de France, y fue un infierno particular para Induráin allá por 1996.
Con estas condiciones, salimos temprano camino del monstruo, sin saber qué podríamos hacer. Y tras un precioso amanecer por los arrabales de Arette, encaramos los dos primeros kilómetros hasta el pueblo de Larrau, al 9,2 y 11% de pendiente media, encarando tramos del 13-14%. Duro inicio de puerto que anunciaba lo que estaba por llegar.
Y entonces, la suerte se puso de nuestro lado. Cuando paramos a tomar un café en uno de los pocos sitios que encontramos abiertos en el pueblo, este resultó ser un pequeño hotel rural regentado por una persona maravillosa que no dudó en, tras escuchar nuestras pretensiones y hacernos desistir de ellas, meter nuestras bicis en su furgoneta y subirnos al puerto. Previo pago a nuestra voluntad, y con un sentimiento encontrado al no haber realizado aquel ascenso por nuestros medios, nos encontramos en lo alto del temible puerto con unas vistas inmejorables...
Tras unas fotos y momentos intensos allá arriba, comenzamos un nuevo descenso hacia Ochagavía, volviendo a disfrutar del valle de Salazar y de este mágico pueblo.
El reino animal encarando al humano.
Y cómo no, había que recuperar proteínas.
Día 14: Ochagavía – Elizondo. 94 km, 1.530 m.
Al día siguiente nos despertamos temprano, pues tocaba encarar la etapa reina del recorrido uniendo dos de los grandes valles navarros; el de Salazar y el de Baztán. Camino del puerto de Aburrea Alta, los Pirineos se perfilaban en el horizonte con las primeras luces del día.
Desde allí, pusimos rumbo a Elizondo a través del Alto de Erro, el embalse de Eugi y las duras pendientes del alto de Artesiaga, con rampas continuas del 11-12% en los últimos dos kilómetros.
Coronado el puerto, iniciamos el vertiginoso descenso hasta el bonito pueblo de Elizondo, donde descansar y reponer fuerzas.
Día 15: Elizondo – Pamplona. 62 km, 1.025 m.
Corta ruta de vuelta a Iruña a través del puerto de Belate. No fue más que una mera aproximación al coche, pues al día siguiente queríamos estar en León a medio día, y estamos lejos...
Tras disfrutar de nuevo de los pintxos y el ambiente de la capital navarra, antes del amanecer del siguiente día estábamos ya dando pedales para llegar cuanto antes al coche y poner rumbo de vuelta a casa.
Sin duda, un estupendo viaje a través de los Pirineos donde disfrutar de kilómetros y kilómetros de increíbles paisajes, diferentes gastronomías, calor y frío, sufrimiento y sonrisas, y siempre en la mejor compañía. Qué más se puede pedir.
Espero que os haya gustado.
Hasta la próxima.
Viaje realizado en agosto de 2025
Miguel Navarrete












































































































































































































































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